Desgraciadamente, ya le llevaba observando unos minutos. Me sentí tonta, avergonzada conmigo misma. Fue casi inevitable. Pensé que tenia el control. Pero me equivocaba. Sólo tu consigues que me arrastre... solo tu. Eres odioso. Fue inevitable dirigirte palabras recién salidas del corazón... pero como siempre, tu decidiste ignorarlo. Casi prefiero eso... pero aun así me sentí una estúpida.
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